Monday, July 31, 2006

 
(Cont.) TERMINADO EL PRIMER BLOQUE DE LO QUE SUPONEMOS FUERON LAS LIGAS BARRIALES...

...de la poesía guayaquileña (el viernes que siguió, un evento similar, con exponentes de mayor trayectoria, fue llamado “ligas mayores”, de allí la lógica y ´suspicaz` suposición de mi parte), la pausa suficiente para que se acomodaran en los sillones la siguiente camada de poetas. Inició Tyron Maridueña, cuyos versos raudos, telegráficos, clamaban por la Desintegración de lo absoluto y su preferencia por el acabamiento de la memoria. /Se es y no se es/ propuso su poema, a más de una necesidad de escribir y un lugar donde /la carne me une a la carne y retrocedo dos pasos/ para culminar en la putrefacción de esa misma carne. Siguió el turno de las cuerdas vocales afiladas del manabita Vladimir Zambrano, con poemas de corte sombrío, o como dijo él que trataban: del desequilibrio y la metamorfosis del ser. De alli que en el primero que leyó se imponía su /contemplación del monstruo amable pero inútil/. Luego vino un homenaje al capítulo de la obra de Dafoe donde un robinson se da cuenta que no puede escapar, es entonces que su filoso timbre se combinó con las reiteradas imágenes de /daga o escalpelos de la bestia de los días/, para dejar muy claro sus influencias, continuó con el Itinerario de la sombra de Yukio (Mishima), donde /amarte es como una daga fingiendo como falo (...) y creo que la paz me resulta en actos de pereza/. Curiosamente, me pareció que el siguiente poeta fue una síntesis de lo que expusieron Zambrano y Maridueña, me refiero a José Castro, aunque con voz más bien melancólica e imágenes ruinosas, de allí que su poema se llame Palabras de escombros, del cual escogió el texto número 5 como apertura, un /hervidero de ansias, (…) un puñal que solo va a la carne, (…) la roja mirada de la podredumbre/, y principalmente /el jadeo de la condena de dejar rastro/, verso que demarcó el resto de su intervención. Entonces avanzó hacia la /delicadeza muerta/ que /trae flores del mundo/ /palabras de carne ondeando su lágrima de plata/, y en un /rasparse el esperma de los cuerpos/. /¿No será demasiado tarde para transpirar un secreto?/ Luego le aconteció lo wilde, pues visitó uno de esos pabellones de la cárcel de Reading, todo porque nadie le advirtió que uno destruirá lo que más ama (ah, recordar al dandy O. borra todo duro momento y acentúa los mejores; me sorprende que no haya una marca de whisky o bourbon Wilde, ¿o si hay? Él nos la rompería en la mesa y uno hasta se lo festejaría, y viéndonos así de bárbaros se marcharía a sentar en otro lado… bueno, vuelvo a la materia, sorry por la distracción, pero es que wilde, ah, qué tipo, qué bueno que esté muerto pero no enterrado), comentaba que el poema de Castro realizó una variante del clásico verso de Reading y luego versó en lo /acre de los esfínteres de la existencia/. Así, llegó la culminación con un cordial agradecimiento de Carolina Patiño por habernos quedado (los asistentes), y al contrario que los otros siete exponentes de la velada, optó por dar una imagen más lúdica, y entretenerse en la superficie del mito amatorio de Adán y Eva. /Todos tenemos a Caín entre las piernas/ y la cadencia violenta de lo /real, real, real/ en lo que llamamos amor.

Entonces me marché, con la imagen de aquellos que leyeron, bajarse de la tarima y salir a buscar, según fue el caso, el beso de su pareja, el abrazo materno o la mirada conocida que le diga: «¡bien, pana». No es momento para juzgar.

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