Sunday, March 04, 2007
Hasta que la banda sonora termine (Lado A)
“¿Ya no me quieres? ¿Estás harto de mis locuras, de mis remordimientos, impío? ¿Quieres perderme? Te será fácil hacerlo. Ve y enseña esta carta a todo Verièrres. O no, basta con que se la enseñes al señor Valenod. Dile que te amo; pero no, no pronuncies semejante blasfemia, dile que te adoro, que la vida solo empezó para mí en el momento en que te conocí (…)”
(Madame de Renal luego firmó esta carta para su Julian, en el capítulo XX que Stendhal titula Las Cartas Anónimas)
Mi tercera sorpresa del día aconteció cuando en la butaca de mi izquierda llegó para sentarse Dulce, mi amiga feminista y bolivariana. Llegó acompañada y mi curiosidad me hará preguntarle, la próxima que nos veamos, quién era él. La presenté a mi amiga de la derecha, y vimos la peli sin compartir grandes observaciones; difícilmente emito comentarios durante alguna función, pero sí estoy atento a las respiraciones, las risas y los temores que la trama provoca en mis acompañantes. Es el plus que otorga una ida al cine.
*
Gatita, una tercera amiga con quien debía encontrarme luego (para irme con ella al cumple de Millie), nos preguntó de qué trató la movie; mi amiga de la derecha fue clara y concisa de la manera en que yo no puedo serlo: “La situación de dos profesoras inmersas en relaciones prohibidas”. O en palabras del personaje que interpreta Bill Nighy: “Intenta averiguarlo” y yo añado: sí, vaya ud. lector (a) a ver Notes of a scandal, subtitulada Diario de un Escándalo, o Escándalo, para ser aún más efectistas.
*
What Was She Thinking? (by Zoe Heller) seguirá llamándose acertadamente el libro en el cual está basado el guión de Patrick Marber, y ella (Zoe) se contentó cuando supo que Judi Dench interpretaría a Barbara, anciana profesora ácida, cuya misión en el sistema educativo inglés se cumple cuando afirma ser una arpía. “Me respetan”, añade con eficiencia más que con orgullo, luego de ayudar a Cate Blanchet (Sheba) a detener una pelea entre dos alumnos (uno de ellos había herido el honor “freudiano” de Sheba y el otro salió en su defensa). Esto provoca en ella la automática admiración hacia Barbara. “Yo nunca he sido popular”, dice en algún momento la anciana. “Lo eres para mí”, refuta Sheba. El extenso historial de soledades hace que una persona aprecie el gramo de oro en la roca cotidiana, y Barbara registra cada una de estas rocas en un diario, y los días tienen su categoría, su gesto salvador del mismo o por el contrario la roca sobre la roca, páginas enteras de peñascos. Si hay algo que trasciende es que Barbara no es una mediocre, tiene un refinado sistema mental y emocional que la hace estar en continua búsqueda de la intensidad. Y eso puede ejercer demasiada presión al convivir con alguien, y hay quien se lo ha hecho saber, y Barbara necesita tener la razón, porque ella puede tolerar muchos errores; ser lo suficientemente fuerte (o experimentada) para aceptar que no todos pueden dar lo mismo, pero, a su vez, si hay algo que no tolera es la falta de reconocimiento.
*
Allí entonces explota la villana y la poca costumbre de ser amado. Y en ese punto de la intensidad me es difícil no identificarme con ella (yo mismo me he autocalificado de intenso, cuando explico el por qué de mis aficiones o relaciones ideales), porque hay quienes creemos que el existir nos otorga el derecho al fuego, a las estrellas doradas, a la lava y su consecuente sublimación. Es un “yo no doy para recibir, pero hey, ¿no debería igual recibir algo?” Y qué sucede cuando uno descubre que ese fuego, esa lava y esa vista de estrellas amarillas, son más recreables en una isla: es trabajoso administrar un aislamiento. Así, Notas de un escándalo no está centrada tanto en el problema moral del muchachito que se folla a la maestra y ésta que acepta porque vaya ud. a saber qué chingo estaba pensando ella. No, no es un culebrón, como me pensó mi jefe cuando le conté la trama, cruzando la calle, sino que es una película de piedra contra fuego, de agua contra fuego, de aire contra fuego. O sea, del desencanto natural de la pasión, y el suficiente amor o no, para aceptar la naturaleza de las cosas.
calificación escala josevi: 3.7/5
(Madame de Renal luego firmó esta carta para su Julian, en el capítulo XX que Stendhal titula Las Cartas Anónimas)
Mi tercera sorpresa del día aconteció cuando en la butaca de mi izquierda llegó para sentarse Dulce, mi amiga feminista y bolivariana. Llegó acompañada y mi curiosidad me hará preguntarle, la próxima que nos veamos, quién era él. La presenté a mi amiga de la derecha, y vimos la peli sin compartir grandes observaciones; difícilmente emito comentarios durante alguna función, pero sí estoy atento a las respiraciones, las risas y los temores que la trama provoca en mis acompañantes. Es el plus que otorga una ida al cine.
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Gatita, una tercera amiga con quien debía encontrarme luego (para irme con ella al cumple de Millie), nos preguntó de qué trató la movie; mi amiga de la derecha fue clara y concisa de la manera en que yo no puedo serlo: “La situación de dos profesoras inmersas en relaciones prohibidas”. O en palabras del personaje que interpreta Bill Nighy: “Intenta averiguarlo” y yo añado: sí, vaya ud. lector (a) a ver Notes of a scandal, subtitulada Diario de un Escándalo, o Escándalo, para ser aún más efectistas.
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What Was She Thinking? (by Zoe Heller) seguirá llamándose acertadamente el libro en el cual está basado el guión de Patrick Marber, y ella (Zoe) se contentó cuando supo que Judi Dench interpretaría a Barbara, anciana profesora ácida, cuya misión en el sistema educativo inglés se cumple cuando afirma ser una arpía. “Me respetan”, añade con eficiencia más que con orgullo, luego de ayudar a Cate Blanchet (Sheba) a detener una pelea entre dos alumnos (uno de ellos había herido el honor “freudiano” de Sheba y el otro salió en su defensa). Esto provoca en ella la automática admiración hacia Barbara. “Yo nunca he sido popular”, dice en algún momento la anciana. “Lo eres para mí”, refuta Sheba. El extenso historial de soledades hace que una persona aprecie el gramo de oro en la roca cotidiana, y Barbara registra cada una de estas rocas en un diario, y los días tienen su categoría, su gesto salvador del mismo o por el contrario la roca sobre la roca, páginas enteras de peñascos. Si hay algo que trasciende es que Barbara no es una mediocre, tiene un refinado sistema mental y emocional que la hace estar en continua búsqueda de la intensidad. Y eso puede ejercer demasiada presión al convivir con alguien, y hay quien se lo ha hecho saber, y Barbara necesita tener la razón, porque ella puede tolerar muchos errores; ser lo suficientemente fuerte (o experimentada) para aceptar que no todos pueden dar lo mismo, pero, a su vez, si hay algo que no tolera es la falta de reconocimiento.
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Allí entonces explota la villana y la poca costumbre de ser amado. Y en ese punto de la intensidad me es difícil no identificarme con ella (yo mismo me he autocalificado de intenso, cuando explico el por qué de mis aficiones o relaciones ideales), porque hay quienes creemos que el existir nos otorga el derecho al fuego, a las estrellas doradas, a la lava y su consecuente sublimación. Es un “yo no doy para recibir, pero hey, ¿no debería igual recibir algo?” Y qué sucede cuando uno descubre que ese fuego, esa lava y esa vista de estrellas amarillas, son más recreables en una isla: es trabajoso administrar un aislamiento. Así, Notas de un escándalo no está centrada tanto en el problema moral del muchachito que se folla a la maestra y ésta que acepta porque vaya ud. a saber qué chingo estaba pensando ella. No, no es un culebrón, como me pensó mi jefe cuando le conté la trama, cruzando la calle, sino que es una película de piedra contra fuego, de agua contra fuego, de aire contra fuego. O sea, del desencanto natural de la pasión, y el suficiente amor o no, para aceptar la naturaleza de las cosas.
calificación escala josevi: 3.7/5