Tuesday, April 17, 2007
El control
Su rostro no me era familiar ni citadino. Cuando el zapping se auna con el aburrimiento, con cierta dosis de tiempo vago, llega a consumir su paciente caloría, y yo, como si lo necesitara, dándole al pulgar sobre el control remoto, con el resto del cuerpo laxo. A la tercera vez, su rostro aún no me era conocido pero su expresión reflejaba confianza en lo que la boca aflojaba y tres canales después mi pulgar se encargó de poner en retro la marcha y me dispuse a poner atención a sus palabras.
El entrevistador le hacía referencia a una novela, resaltando las texturas autobiográficas, las mayores de su carrera, acotó Simon Peres (pero, ¿qué hacía simon peres incrustando su opinión sobre the same sea?? esto se ponía políticamente incorrecto, después de todo, aunque a ojos de yavhé, que tiene mejor visión, asumo, valdrán lo mismo, no es lo mismo juan pérez que el antiguo premier israelí). Entonces, yo, aficionado creciente de la música yiddish, ya solté el control y tensé mi cuerpo, relajando, por supuesto la cabeza, para equilibrar el asunto.
Los protagonistas de la novela son una joven, ponte veintena de años, y un sexagenario que viven juntos; la muchacha tiene entre sus pretenciones acostarse con él: hay una mutua atracción y coordinan bien la convivencia, mas él rehuye la posibilidad sexual, si bien, la cela cuando ella se marcha diariamente a vivir; también cuando ella le cuenta de sus personas externas. Y ella tiene un olor que lo persigue, en el modo contrario, es decir, se le pierde el aroma cuando ella no está, y por más que olisquea sus sábanas, su ropa del cesto, su shampoo, y los rastros, no lo halla, y late la agonía el viejo, hasta que ella regresa a casa, diariamente, a vivir.
Mientras conversan sobre la novela, el autor corrobora que sí, que efectivamente hay mucho de él en ésta que ha escrito y que pudo haber quedado muy satisfecho con las anteriores, pero con the same sea siente una suerte de apego porque sobre ella, la novela, ha quedado ahumada la esencia de lo que fue su vida: el suicidio de su madre cuando él tenía doce años, la multitud de idiomas que hablaban sus padres, que se comunicaban en ruso y yidish, pero que a él solamente le enseñaron el hebreo, que por cierto, y aunque no se considera chauvinista en asuntos patrios, es más, afirma haber sido muy crítico con su país, sí se permite y con orgullo, proclamar que no hay lengua más dada a la poesía que el hebreo, porque todo lo hablado suena a salmo o cántico, y con impronta de exilio.
Está el entrevistado recorriendo algunos parajes donde hace su vida de escritor, que le gusta detenerse en los mercados, donde cada vendedor piensa tener la verdad sobre el conflicto palestino-israelí, y reconociéndolo a él, como uno de las voces más públicas del debate, lo confrontan, sin agresiones, pero sí tratando de llevar la conversación de tal modo que esperan terminar salvando su alma, o sea el alma del escritor que te cuento, y qué casualidad, él también llevaba esa pretención, mas al final ninguno suele convencer al otro. En Medio Oriente, las personas suelen hacer movimientos corporales, manos en especial, muy afectados para expresarse; y te recorrerán mucho con la mirada, lo cual no indica que estás siendo observado descortésmente, sino que estás en la vía pública y eres sujeto de observación. Asimismo gustan de caminar muy juntos, si es posible tomados del brazo, así, los árabes tienen una noción de espacio público muy literal, por ejemplo, si ud, occidentalito, en la calle, está conversando en la sombra, en un espacio estrecho, pues un árabe que también quiera estar a la sombra, ocupará el espacio sombreado que queda, aun si queda demasiado pegado a ud, y probablemente, ud, desacostumbrado, terminará yéndose a conversar a otro lado, y el árabe quedará, a sus anchas, con el espacio a la sombra para sí, y el resto de árabes que lo quieran ocupar.
¿Cómo compartir entonces un país cuya única solución es ser dos países? Tanto palestinos como judíos tienen buenas razones para ocuparlo. Y dependerá mucho de que quieran dejar de tener el control para conseguir separarse, esa es la receta que hay desde siempre, y en esas se hallan, medio al revés, medio orientados, tratando de hacer perder el control al otro. Pero dice el escritor que eso de perder el control es la calma, y no habla ya de asuntos geopolíticos, sino de personas, de una persona, de él porque es él quien se conoce, y ha llegado a comprender que necesita perder el control que no es lo mismo que descontrolarse.
Vuelve al tema de la novela, Dita, se llama la veinteañera, ya dijimos, una joven vivaz y crédula, a la que no le va precisamente del todo bien afuera de la casa del sexagenario, pero tiene esa capacidad que le conozco a una en específico, de no dejarse gobernar por la amargura, lo cual al final es irle bien a uno. Maneja conceptos sencillos el autor, pero se las arregla, según capté tras leer subtitulados los cortos pasajes que se leyeron íntegros, en ordenar esa sencillez de manera bastante poética, pero eso no basta para que yo empiece a buscar su obra, de hecho su nombre, no tan mencionado hace unos meses en Latinoamérica, hasta que sonó para llevarse el nobel, es bastante llamativo, y aún así no ojeé ninguno de sus libros aún en las librerías. Pero me ganó la simpatía buscadora cuando relató que en su pueblo, donde a veces se sienta a escribir, frente a un gran ventanal, y ya a sabiendas de que en sus textos confluyen muchos de los seres que él trató en su vida, pues su encantador vecino antes de pasar frente a la casa, se detiene cada vez, antes de la ventana donde supone que Amos Oz, el escritor, lo verá en pleno recorrido rural, y se peina, solo entonces, con el cabello en orden, es que camina frente a la ventana. ¿Por? Pues hombre, porque si alguna vez Oz lo traslada como personaje de alguno de sus libros, él, el vecino, quiere aparecer muy bien peinado.
El entrevistador le hacía referencia a una novela, resaltando las texturas autobiográficas, las mayores de su carrera, acotó Simon Peres (pero, ¿qué hacía simon peres incrustando su opinión sobre the same sea?? esto se ponía políticamente incorrecto, después de todo, aunque a ojos de yavhé, que tiene mejor visión, asumo, valdrán lo mismo, no es lo mismo juan pérez que el antiguo premier israelí). Entonces, yo, aficionado creciente de la música yiddish, ya solté el control y tensé mi cuerpo, relajando, por supuesto la cabeza, para equilibrar el asunto.
Los protagonistas de la novela son una joven, ponte veintena de años, y un sexagenario que viven juntos; la muchacha tiene entre sus pretenciones acostarse con él: hay una mutua atracción y coordinan bien la convivencia, mas él rehuye la posibilidad sexual, si bien, la cela cuando ella se marcha diariamente a vivir; también cuando ella le cuenta de sus personas externas. Y ella tiene un olor que lo persigue, en el modo contrario, es decir, se le pierde el aroma cuando ella no está, y por más que olisquea sus sábanas, su ropa del cesto, su shampoo, y los rastros, no lo halla, y late la agonía el viejo, hasta que ella regresa a casa, diariamente, a vivir.
Mientras conversan sobre la novela, el autor corrobora que sí, que efectivamente hay mucho de él en ésta que ha escrito y que pudo haber quedado muy satisfecho con las anteriores, pero con the same sea siente una suerte de apego porque sobre ella, la novela, ha quedado ahumada la esencia de lo que fue su vida: el suicidio de su madre cuando él tenía doce años, la multitud de idiomas que hablaban sus padres, que se comunicaban en ruso y yidish, pero que a él solamente le enseñaron el hebreo, que por cierto, y aunque no se considera chauvinista en asuntos patrios, es más, afirma haber sido muy crítico con su país, sí se permite y con orgullo, proclamar que no hay lengua más dada a la poesía que el hebreo, porque todo lo hablado suena a salmo o cántico, y con impronta de exilio.
Está el entrevistado recorriendo algunos parajes donde hace su vida de escritor, que le gusta detenerse en los mercados, donde cada vendedor piensa tener la verdad sobre el conflicto palestino-israelí, y reconociéndolo a él, como uno de las voces más públicas del debate, lo confrontan, sin agresiones, pero sí tratando de llevar la conversación de tal modo que esperan terminar salvando su alma, o sea el alma del escritor que te cuento, y qué casualidad, él también llevaba esa pretención, mas al final ninguno suele convencer al otro. En Medio Oriente, las personas suelen hacer movimientos corporales, manos en especial, muy afectados para expresarse; y te recorrerán mucho con la mirada, lo cual no indica que estás siendo observado descortésmente, sino que estás en la vía pública y eres sujeto de observación. Asimismo gustan de caminar muy juntos, si es posible tomados del brazo, así, los árabes tienen una noción de espacio público muy literal, por ejemplo, si ud, occidentalito, en la calle, está conversando en la sombra, en un espacio estrecho, pues un árabe que también quiera estar a la sombra, ocupará el espacio sombreado que queda, aun si queda demasiado pegado a ud, y probablemente, ud, desacostumbrado, terminará yéndose a conversar a otro lado, y el árabe quedará, a sus anchas, con el espacio a la sombra para sí, y el resto de árabes que lo quieran ocupar.
¿Cómo compartir entonces un país cuya única solución es ser dos países? Tanto palestinos como judíos tienen buenas razones para ocuparlo. Y dependerá mucho de que quieran dejar de tener el control para conseguir separarse, esa es la receta que hay desde siempre, y en esas se hallan, medio al revés, medio orientados, tratando de hacer perder el control al otro. Pero dice el escritor que eso de perder el control es la calma, y no habla ya de asuntos geopolíticos, sino de personas, de una persona, de él porque es él quien se conoce, y ha llegado a comprender que necesita perder el control que no es lo mismo que descontrolarse.
Vuelve al tema de la novela, Dita, se llama la veinteañera, ya dijimos, una joven vivaz y crédula, a la que no le va precisamente del todo bien afuera de la casa del sexagenario, pero tiene esa capacidad que le conozco a una en específico, de no dejarse gobernar por la amargura, lo cual al final es irle bien a uno. Maneja conceptos sencillos el autor, pero se las arregla, según capté tras leer subtitulados los cortos pasajes que se leyeron íntegros, en ordenar esa sencillez de manera bastante poética, pero eso no basta para que yo empiece a buscar su obra, de hecho su nombre, no tan mencionado hace unos meses en Latinoamérica, hasta que sonó para llevarse el nobel, es bastante llamativo, y aún así no ojeé ninguno de sus libros aún en las librerías. Pero me ganó la simpatía buscadora cuando relató que en su pueblo, donde a veces se sienta a escribir, frente a un gran ventanal, y ya a sabiendas de que en sus textos confluyen muchos de los seres que él trató en su vida, pues su encantador vecino antes de pasar frente a la casa, se detiene cada vez, antes de la ventana donde supone que Amos Oz, el escritor, lo verá en pleno recorrido rural, y se peina, solo entonces, con el cabello en orden, es que camina frente a la ventana. ¿Por? Pues hombre, porque si alguna vez Oz lo traslada como personaje de alguno de sus libros, él, el vecino, quiere aparecer muy bien peinado.
Comments:
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Mmm... empiezo por decirte, amigo mío, q a veces tu intertextualidad se convierte en multi y me marea :S
Segundo: sobre el tema de Palestina e Israel nos llega poca información... Mi postura ha sido desde siempre la que tu mencionas: si se lo analiza en frío, ambos bandos tienen razón. Siendo así, es entendible también la presencia de guerrillas por doquier... Es complicado y largo el tema... Lo podemos extender cafecito de por medio...
Segundo: sobre el tema de Palestina e Israel nos llega poca información... Mi postura ha sido desde siempre la que tu mencionas: si se lo analiza en frío, ambos bandos tienen razón. Siendo así, es entendible también la presencia de guerrillas por doquier... Es complicado y largo el tema... Lo podemos extender cafecito de por medio...
Me consuela pensar que el mar también marea e igual esperarlo en la orilla es rico. Taaa bien, taaa bien, a insinuación de la única que se anima a comentar aquí, prometo podar el arbolito del siguiente post, así estilo bonsai y las distintas vitaminas tomármelas por separado y no de un solo frasco. jeje, por qué no me dejan ser feliz!!! así que bu, de todas maneras :S
Sobre lo segundo: pues acepto el café (sabes que prefiero el té) y la conversación; suelo tener la tendencia de ponerme del lado jewish, en desmedro de la florida cultura árabe. Y es raro que yo sienta eso, porque los árabes son más dados a la fantasía en sus artes. En fin, reelaboremos esos acuerdos de paz desde gye. :)
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Sobre lo segundo: pues acepto el café (sabes que prefiero el té) y la conversación; suelo tener la tendencia de ponerme del lado jewish, en desmedro de la florida cultura árabe. Y es raro que yo sienta eso, porque los árabes son más dados a la fantasía en sus artes. En fin, reelaboremos esos acuerdos de paz desde gye. :)
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