Wednesday, June 06, 2007

 

Adorado Silencio Cultivado

Mi familia, el estanque. Largo tiempo sobre nosotros, hasta crearnos la percepción de que en el intento de crecer, algo fracaso sin remedio. Me quemó la imagen de ser el intelecto precoz de la casa, pues lo precoz quedó saturado de años que sostengan su significado, y el adjetivo tardío empieza a acomodárseme. Mis hermanos también deben maniobrar con sus propias cualidades, aquí en este croar de ranas y plantas.

Unidos por temperamento y por convicción, no podría estar menos feliz de la familia en que me tocó ladrillar, debo reconocer que los vecinos de atrás me obligan continuamente a saborear la fortuna: tienen unos hijos que viven a punto de incendiar su patio y por añadidura ambas casas, sin que sus padres hagan algo serio por corregirlos. La otra familia trasera, a cuya decana crecí escuchando maldiciones y latigueos contra el hijo, y a éste oí adquirir la ciudadanía de ebrio y drogadicto, para convertirse en hijo pródigo, fabricante de sus propios hijos, y bien dicen que un hombre busca una mujer semejante a su madre, él consiguió una mujer que le grita hijueputa a sus niños tres a cuatro veces por semana. A veces pretendo no escuchar, pero entonces ella grita más fuerte lo mucho que desprecia las vertientes de su vida. Quizá gracias a él es que nunca me atrajo la marihuana ni los polvos, y me hace complicado comprender porqué uno que otro de mis panas se pasa de lo lindo todo fumadote.


Esas de atrás son destrozos de familia, pero son quizá un extremo. Para mala pata, quienes me quedan en los otros puntos cardinales también fueron juzgados desde temprano por mi temor. Tres estuvieron conformadas por personas solitarias a las que sus seres ya no visitan, uno de ellos hace ya algún tiempo tomó el asunto por las armas y apareció en las noticias baleado por sí mismo, con su desasosiego y el implícito fracaso para conservar el afecto de su progenie, y como única cura de esa falta de afecto, los gatos callejeros que hacía propios. Amar a los gatos y darnos una que otra solución para las enfermedades de los mininos, lo hicieron por mucho tiempo mi solitario favorito. Aquel quien podía romper la noche y si es posible la nariz, si su compañero de bebida le daba por patear a un felino, o incluso a un perro: un abuso de poder que él no toleraba. Y que a mí me llenaba de vacíos al tratar de asimilar porqué entonces él molía a golpes a su esposa, cuando la tuvo. Yo nunca la conocí, pero por eso, pese a sus buenos consejos, y ser en general nuestro más amable vecino, mi mami siempre le tuvo más pena que aprecio.


El caso es que, dada mi escasa sociabilidad, fue recién hace pocos años que pude descubrir que más allá de las rocosas familias que me circundaron, también las había querendonas con sus componentes, y no solamente una estancia larga en mi hogar me conducirá hacia seres leales e infranqueables. Hay. Y este hay que no es fiebre, me hace presentir mi no tan lejana partida. ¿Es tarde?


Corrijo este párrafo cuando mi hermano llega del gimnasio, feliz de retornar hecho fortaleza. Al final sí encontró su calentador, él tampoco durará mucho tiempo más en casa. Y luego mi hermana Lula me habla también de mudarse, así como idea ligera que ha venido diseñando sin encontrar el punto adecuado de partida y ahora consigue un arribo. Siendo así, la saga familiar sobre el cementerio empieza a declinar su sede y mis padres finalmente obtienen un descanso. No en paz, no esos viejos muchachos míos: preocupones que nos permitieron imaginar, gozar la pequeniez, mientras otros se veían forzados a memorizar y usarse hasta el quiebre.

No, mis padres en paz y en descanso difícilmente, pero la muerte les proporcionará lo que dejaron de pedirle a nosotros, sus hijos. La fuente de la juventud existe y la estancia en ella me insta a sorber lo que resta, e iniciar sus bocetos, los rasgos de mis padres, este perenne hogar, antes de que la memoria seque y me tienda contra el atardecer, la ingratitud.

Comments:
que cosas tan dolorosas escribes... a veces yo intento no cavilar sobre estos temas. admito que les temo. tu sabes...
 
El mismo dolor que nos permite reconocer la felicidad en movimiento y entregarse sin mesura a su lado aunque sea efímera la ocupada y movediza feli, querida. ...Ni me digas, yo también le temo a esos temas. Pero sabes, esos episodios ajenos con los que crecí rodeado, dejaron su marca notoria en mi complacencia por el silencio, que muchas veces sinonima con calma, con paz.
 
Post a Comment



<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?