Monday, July 31, 2006
Mes de Guayaquil
josé vicente noboa terán
ciudadano Nro. 09170114... (bah, qué les importa el resto del numero, jajaja ;)
Nada, que se acabó julio e inició ahora sip mi blog, con posteadas regulares. Sé cuáles serán mis temas recurrentes, sé quiénes me darán una tecleada de mano, y aún por confirmar y pedir la mano tengo a algunos sujetos cuyo núcleo es el sustantivo panas. ¿Su objeto? Vaya ud a saber. yo a lo mucho les corregiré las faltas ortógráficas, pero espero que ellos se animen a enviarme sus colaboraciones. Cuando lo hagan de seguro, ud señor (a- ita-ito) se enterará, o ¿a poco pensaban que yo solito, pobre y triste, iba a llevar a cuestas este blog? Pero si a mí no me conoce nadie. Y como insinúa la canción juliana y rubirosa: a ver si pulo algo aquí de mi madera de guerrero. De alguna forma hay que hallar una manera de ser aunque sea antipatria, franco y valiente.
Abajo constan algunas de las crónicas de la expolibro. No puse todas la que tenía escritas porque, ya pues, tampoco hay que ser tan extemporáneo, si bien los temas tratados seguirán desarrollándose, según haya chance. Compromiso hay. Lo del recital poético me resultó curioso y motivador, es gracioso ver cómo hechos los ñetas y latin king, los fanáticos de la poesía defienden-o-fenden a sus huestes, y no dejan pasar la oportunidad de ser anónimos. Y aunque fue más bien accidental de mi parte que María Paulina me haya publicado un par de crónicas, pues que mi blog Cambio de Siglo::::::Gye° ya no es accidental, sino hecho muy a conciencia. Por cierto, un saludo pa la magnífica Lina Ness, por haberme dejado quedar un ratillo en su casilla, suelen leerse cosas cheverosas allí (mmm, esto podría sonar a autoelogio... supongo que justo eso es lo chévere de tener un propio blog, uno le da y le da a lo mismo, qué manera de reiterarse, caballero, y solo el ratón puede hacer algo por detener tamaña tropelía). El caso es que mañana primero de agosto, arranca oficialmente la temporada de mi blog, veamos qué tal le va, qué aporta, qué chingo hace aquí, quitándome el tiempo que debería emplear en aprender a escribir mejor y con menos vanidad. Me odio. Me amo. Ninguna de los anteriores. Respuesta incorrecta.
josé vicente noboa terán
ciudadano Nro. 09170114... (bah, qué les importa el resto del numero, jajaja ;)
(Cont.) TERMINADO EL PRIMER BLOQUE DE LO QUE SUPONEMOS FUERON LAS LIGAS BARRIALES...
...de la poesía guayaquileña (el viernes que siguió, un evento similar, con exponentes de mayor trayectoria, fue llamado “ligas mayores”, de allí la lógica y ´suspicaz` suposición de mi parte), la pausa suficiente para que se acomodaran en los sillones la siguiente camada de poetas. Inició Tyron Maridueña, cuyos versos raudos, telegráficos, clamaban por la Desintegración de lo absoluto y su preferencia por el acabamiento de la memoria. /Se es y no se es/ propuso su poema, a más de una necesidad de escribir y un lugar donde /la carne me une a la carne y retrocedo dos pasos/ para culminar en la putrefacción de esa misma carne. Siguió el turno de las cuerdas vocales afiladas del manabita Vladimir Zambrano, con poemas de corte sombrío, o como dijo él que trataban: del desequilibrio y la metamorfosis del ser. De alli que en el primero que leyó se imponía su /contemplación del monstruo amable pero inútil/. Luego vino un homenaje al capítulo de la obra de Dafoe donde un robinson se da cuenta que no puede escapar, es entonces que su filoso timbre se combinó con las reiteradas imágenes de /daga o escalpelos de la bestia de los días/, para dejar muy claro sus influencias, continuó con el Itinerario de la sombra de Yukio (Mishima), donde /amarte es como una daga fingiendo como falo (...) y creo que la paz me resulta en actos de pereza/. Curiosamente, me pareció que el siguiente poeta fue una síntesis de lo que expusieron Zambrano y Maridueña, me refiero a José Castro, aunque con voz más bien melancólica e imágenes ruinosas, de allí que su poema se llame Palabras de escombros, del cual escogió el texto número 5 como apertura, un /hervidero de ansias, (…) un puñal que solo va a la carne, (…) la roja mirada de la podredumbre/, y principalmente /el jadeo de la condena de dejar rastro/, verso que demarcó el resto de su intervención. Entonces avanzó hacia la /delicadeza muerta/ que /trae flores del mundo/ /palabras de carne ondeando su lágrima de plata/, y en un /rasparse el esperma de los cuerpos/. /¿No será demasiado tarde para transpirar un secreto?/ Luego le aconteció lo wilde, pues visitó uno de esos pabellones de la cárcel de Reading, todo porque nadie le advirtió que uno destruirá lo que más ama (ah, recordar al dandy O. borra todo duro momento y acentúa los mejores; me sorprende que no haya una marca de whisky o bourbon Wilde, ¿o si hay? Él nos la rompería en la mesa y uno hasta se lo festejaría, y viéndonos así de bárbaros se marcharía a sentar en otro lado… bueno, vuelvo a la materia, sorry por la distracción, pero es que wilde, ah, qué tipo, qué bueno que esté muerto pero no enterrado), comentaba que el poema de Castro realizó una variante del clásico verso de Reading y luego versó en lo /acre de los esfínteres de la existencia/. Así, llegó la culminación con un cordial agradecimiento de Carolina Patiño por habernos quedado (los asistentes), y al contrario que los otros siete exponentes de la velada, optó por dar una imagen más lúdica, y entretenerse en la superficie del mito amatorio de Adán y Eva. /Todos tenemos a Caín entre las piernas/ y la cadencia violenta de lo /real, real, real/ en lo que llamamos amor.
Entonces me marché, con la imagen de aquellos que leyeron, bajarse de la tarima y salir a buscar, según fue el caso, el beso de su pareja, el abrazo materno o la mirada conocida que le diga: «¡bien, pana». No es momento para juzgar.
...de la poesía guayaquileña (el viernes que siguió, un evento similar, con exponentes de mayor trayectoria, fue llamado “ligas mayores”, de allí la lógica y ´suspicaz` suposición de mi parte), la pausa suficiente para que se acomodaran en los sillones la siguiente camada de poetas. Inició Tyron Maridueña, cuyos versos raudos, telegráficos, clamaban por la Desintegración de lo absoluto y su preferencia por el acabamiento de la memoria. /Se es y no se es/ propuso su poema, a más de una necesidad de escribir y un lugar donde /la carne me une a la carne y retrocedo dos pasos/ para culminar en la putrefacción de esa misma carne. Siguió el turno de las cuerdas vocales afiladas del manabita Vladimir Zambrano, con poemas de corte sombrío, o como dijo él que trataban: del desequilibrio y la metamorfosis del ser. De alli que en el primero que leyó se imponía su /contemplación del monstruo amable pero inútil/. Luego vino un homenaje al capítulo de la obra de Dafoe donde un robinson se da cuenta que no puede escapar, es entonces que su filoso timbre se combinó con las reiteradas imágenes de /daga o escalpelos de la bestia de los días/, para dejar muy claro sus influencias, continuó con el Itinerario de la sombra de Yukio (Mishima), donde /amarte es como una daga fingiendo como falo (...) y creo que la paz me resulta en actos de pereza/. Curiosamente, me pareció que el siguiente poeta fue una síntesis de lo que expusieron Zambrano y Maridueña, me refiero a José Castro, aunque con voz más bien melancólica e imágenes ruinosas, de allí que su poema se llame Palabras de escombros, del cual escogió el texto número 5 como apertura, un /hervidero de ansias, (…) un puñal que solo va a la carne, (…) la roja mirada de la podredumbre/, y principalmente /el jadeo de la condena de dejar rastro/, verso que demarcó el resto de su intervención. Entonces avanzó hacia la /delicadeza muerta/ que /trae flores del mundo/ /palabras de carne ondeando su lágrima de plata/, y en un /rasparse el esperma de los cuerpos/. /¿No será demasiado tarde para transpirar un secreto?/ Luego le aconteció lo wilde, pues visitó uno de esos pabellones de la cárcel de Reading, todo porque nadie le advirtió que uno destruirá lo que más ama (ah, recordar al dandy O. borra todo duro momento y acentúa los mejores; me sorprende que no haya una marca de whisky o bourbon Wilde, ¿o si hay? Él nos la rompería en la mesa y uno hasta se lo festejaría, y viéndonos así de bárbaros se marcharía a sentar en otro lado… bueno, vuelvo a la materia, sorry por la distracción, pero es que wilde, ah, qué tipo, qué bueno que esté muerto pero no enterrado), comentaba que el poema de Castro realizó una variante del clásico verso de Reading y luego versó en lo /acre de los esfínteres de la existencia/. Así, llegó la culminación con un cordial agradecimiento de Carolina Patiño por habernos quedado (los asistentes), y al contrario que los otros siete exponentes de la velada, optó por dar una imagen más lúdica, y entretenerse en la superficie del mito amatorio de Adán y Eva. /Todos tenemos a Caín entre las piernas/ y la cadencia violenta de lo /real, real, real/ en lo que llamamos amor.
Entonces me marché, con la imagen de aquellos que leyeron, bajarse de la tarima y salir a buscar, según fue el caso, el beso de su pareja, el abrazo materno o la mirada conocida que le diga: «¡bien, pana». No es momento para juzgar.
LOS POETAS SIN LIGA
A las ocho de la noche del martes, en la plaza central del Palacio, el surfista motivador Barbarén seguía contando como le está yendo de bien en su vida, su voz, como la de quien se toma los negocios con calma, me resultó el sonido ambiental justo para repasar una antología de poesía experimental española que conseguí en el stand de Edidad. Algunos de los 8 poetas que debían intervenir en el recital programado a esa hora, en ese lugar, se veían más bien impacientes. Cuando pudieron ocupar los sillones destinados para la cita, unas setenta personas nos dispusimos a escucharlos. Empezaba la poesía guayaquileña del siglo xxi, Encuentro Paco Tobar García, organizado por La Casa de las Iguanas. Me hubiese agradado que algún texto de Tobar inaugurase la audición, pero nos fuimos directamente con el primer equipo de exponentes, conformado por los valores Sub-30 de la lírica local de mayor cancha en los actuales momentos. Comprender y descifrar las capas y falencias de una poesía o de un autor, en una sola escucha y sin material de apoyo, es inútil y desquiciado, así que aferrándome a las puntas del iceberg que dejaron como rastro los poemas que leyeron, camino entre mis impresiones para hacerme una idea de qué va el asunto. Inició Ernesto Carrión con su Carnivale, publicación con la que a estas alturas ya luce acoplado, para leer con serenidad memorias de una casa que no existe, entre más versos y poemas donde su voz poética tiene /un espejo astillado bajo una luz ardiente/, y demás cortaduras del ser, que se podrían resumir en el que eligió para finalizar, Deconstrucción de Pessoa, con un epígrafe aquel notable superviviente Alvaro Campos, como puntapié inicial del poema. Vicente Huidrobo en cambio fue preferido por Augusto Rodríguez para subrayar el primer texto que leyó, en el cual hubo una /tormenta de acero que nos decapita/ como verso más denotativo. En verdad resulta interesante observar la relación tensa que tiene Rodríguez con sus poemas, que cambia cuando lee Mientras ella mata mosquitos, donde se lo nota más cómodo, y lo lleva a anunciar otros nuevos que anda escribiendo ahora, de línea sardónica, según se adelanto a decir; en el uno Lorena Bobbitt como figura visible por sí sola, para tratar el tema de la potencia de la libertad. Y en el siguiente sobre el asesinato de Tarzán, texto que me dejó una sensación ambigua, pues su prosaico verso final me pareció predecible desde la primera línea, pero no puedo dejar de olvidar que se trata de un poema y no de un cuento simple, por lo cual aquel mismo verso predecible, se podría convertir en una ventaja a medida que transcurre el escrito. Luego tocó el turno de Las Encantadas, con Paola Zambrano, quien hace unos meses publicó el poemario Suplicio de la Horca, donde /el perfil de mi columna que me parece barroco/, es un indicio, /y donde existe alguien que siempre corta tu cuerpo/, otra dirección. Además se nota una intención de oráculo y desierta muralla, cuando empieza en unos de sus textos He visto desde el norte y además ve /imágenes en la sopa fría y en la sopa caliente/ (...) en una mesa demasiado grande/. O en las /antiguas canciones de mi antebrazo/ que la voz poética de Zambrano está lista a seguir mostrando. Para cerrar el primer bloque, con su habitual atuendo de batalla y línea de margen a margen, Fabián Mosquera nos quiso llevar a Nuestra selva de luces, y darle giros a su visión de la luna roja, haciendo mención a aquellos /que ven un castillo en el desvalido/. Más inquisidores que testimoniales, avanzaron sus versos, entonces procedió a situarnos en Guanabacóa, lugar donde el traficante Claude Sebastién Baquet (sorry si está mal escrito, si bien no creo que al traficante Baquet le moleste que un cronista apunte mal su nombre) existe a través de la voz de un compañero de andanzas. En una atmósfera de pies de ahorcado y temor, la voz poética abre los cuadernos del traficante y atisba su quizá real humanidad. Así, de esos trabajos de varias voces simultáneas, Mosquera llevó sus fragmentos, y para cambiar de formas y temática, culminó con dos sonetos, sobre vírgenes.
Habiendo ya publicado tres de los expositores, los organizadores fallaron en no recalcar dónde se consiguen las obras completas de los mismos. Pues, continuando lo apuntado antes, me sumo a la opinión de que escuchar poesía semeja mucho a recibir o esquivar un planchazo aleve con los pupos de un zapato, las marcas que quedan pueden ser molestas o hermosamente paralizantes, y quien siente curiosidad, siendo tan pocos, tiene derecho a saber dónde acudir, para aunque sea enterarse a trozos y con el tiempo, qué sucede alrededor. No siempre es pérdida de neuronas, más bien lo contrario.
(Luego vendría el siguiente bloque, pero mis entrometidas impresiones al respecto quedarán para mañana).
A las ocho de la noche del martes, en la plaza central del Palacio, el surfista motivador Barbarén seguía contando como le está yendo de bien en su vida, su voz, como la de quien se toma los negocios con calma, me resultó el sonido ambiental justo para repasar una antología de poesía experimental española que conseguí en el stand de Edidad. Algunos de los 8 poetas que debían intervenir en el recital programado a esa hora, en ese lugar, se veían más bien impacientes. Cuando pudieron ocupar los sillones destinados para la cita, unas setenta personas nos dispusimos a escucharlos. Empezaba la poesía guayaquileña del siglo xxi, Encuentro Paco Tobar García, organizado por La Casa de las Iguanas. Me hubiese agradado que algún texto de Tobar inaugurase la audición, pero nos fuimos directamente con el primer equipo de exponentes, conformado por los valores Sub-30 de la lírica local de mayor cancha en los actuales momentos. Comprender y descifrar las capas y falencias de una poesía o de un autor, en una sola escucha y sin material de apoyo, es inútil y desquiciado, así que aferrándome a las puntas del iceberg que dejaron como rastro los poemas que leyeron, camino entre mis impresiones para hacerme una idea de qué va el asunto. Inició Ernesto Carrión con su Carnivale, publicación con la que a estas alturas ya luce acoplado, para leer con serenidad memorias de una casa que no existe, entre más versos y poemas donde su voz poética tiene /un espejo astillado bajo una luz ardiente/, y demás cortaduras del ser, que se podrían resumir en el que eligió para finalizar, Deconstrucción de Pessoa, con un epígrafe aquel notable superviviente Alvaro Campos, como puntapié inicial del poema. Vicente Huidrobo en cambio fue preferido por Augusto Rodríguez para subrayar el primer texto que leyó, en el cual hubo una /tormenta de acero que nos decapita/ como verso más denotativo. En verdad resulta interesante observar la relación tensa que tiene Rodríguez con sus poemas, que cambia cuando lee Mientras ella mata mosquitos, donde se lo nota más cómodo, y lo lleva a anunciar otros nuevos que anda escribiendo ahora, de línea sardónica, según se adelanto a decir; en el uno Lorena Bobbitt como figura visible por sí sola, para tratar el tema de la potencia de la libertad. Y en el siguiente sobre el asesinato de Tarzán, texto que me dejó una sensación ambigua, pues su prosaico verso final me pareció predecible desde la primera línea, pero no puedo dejar de olvidar que se trata de un poema y no de un cuento simple, por lo cual aquel mismo verso predecible, se podría convertir en una ventaja a medida que transcurre el escrito. Luego tocó el turno de Las Encantadas, con Paola Zambrano, quien hace unos meses publicó el poemario Suplicio de la Horca, donde /el perfil de mi columna que me parece barroco/, es un indicio, /y donde existe alguien que siempre corta tu cuerpo/, otra dirección. Además se nota una intención de oráculo y desierta muralla, cuando empieza en unos de sus textos He visto desde el norte y además ve /imágenes en la sopa fría y en la sopa caliente/ (...) en una mesa demasiado grande/. O en las /antiguas canciones de mi antebrazo/ que la voz poética de Zambrano está lista a seguir mostrando. Para cerrar el primer bloque, con su habitual atuendo de batalla y línea de margen a margen, Fabián Mosquera nos quiso llevar a Nuestra selva de luces, y darle giros a su visión de la luna roja, haciendo mención a aquellos /que ven un castillo en el desvalido/. Más inquisidores que testimoniales, avanzaron sus versos, entonces procedió a situarnos en Guanabacóa, lugar donde el traficante Claude Sebastién Baquet (sorry si está mal escrito, si bien no creo que al traficante Baquet le moleste que un cronista apunte mal su nombre) existe a través de la voz de un compañero de andanzas. En una atmósfera de pies de ahorcado y temor, la voz poética abre los cuadernos del traficante y atisba su quizá real humanidad. Así, de esos trabajos de varias voces simultáneas, Mosquera llevó sus fragmentos, y para cambiar de formas y temática, culminó con dos sonetos, sobre vírgenes.
Habiendo ya publicado tres de los expositores, los organizadores fallaron en no recalcar dónde se consiguen las obras completas de los mismos. Pues, continuando lo apuntado antes, me sumo a la opinión de que escuchar poesía semeja mucho a recibir o esquivar un planchazo aleve con los pupos de un zapato, las marcas que quedan pueden ser molestas o hermosamente paralizantes, y quien siente curiosidad, siendo tan pocos, tiene derecho a saber dónde acudir, para aunque sea enterarse a trozos y con el tiempo, qué sucede alrededor. No siempre es pérdida de neuronas, más bien lo contrario.
(Luego vendría el siguiente bloque, pero mis entrometidas impresiones al respecto quedarán para mañana).
CANON Y UN PANEL PARA PONER LA CÁMARA
El lunes, más que buscar libros, portaba curiosidad por mejorar mi conocimiento sobre quién es Paco Tobar, y qué mejor que ir a la Urna Norte de la Expolibro para enterarme. A las seis, según el diario, estaba anunciado un panel de intelectuales que expondrían sobre la obra del mencionando, yo merodeaba por el lugar del acontecimiento, que no parecía iniciarse pronto, hasta que, al fin, luego de una media hora de retraso arrancó la proyección del documental La Casa de las Iguanas, dirigido por Fabián Mosquera, así que agarré posesión de una silla, pues tenía mucha curiosidad por repetirme aquel docu. El lento paneo mostrando una sucesión de libros, mientras suena el jazz, antes ya había sonado islandia bjork, hace que la cinta tome cuerpo enseguida y uno se concentre en ella, a pesar de las voces exteriores a la Urna, ya que en la sala central se (re)presentaba a su vez La Linares, de Iván Egüez. En el docu se tocan puntos que abren la boca de cualquier poeta, en este caso los cuatro entrevistados, todos, si no atravesando la tercera década, casi arribando a tal edad. Y por supuesto estamos hablando de jóvenes poetas de cosmovisión guayaquileña, a quienes se suma la constante crítica literaria Cecilia Ansaldo. Más allá de enterarnos del aprieto que resultaría para ellos elegir diez libros en caso de exilio o confinamiento (entre las respuestas resulta interesante la pista que nos da Augusto Rodríguez, cuando se evalúe su poesía, al optar entre otros, por un libro de álgebra como compañero), me quedo con el excelente muestreo de cómo andan de enterados los aficionados guayacos, hombres y mujeres, sobre quiénes son los representantes de la poesía de nuestra ciudad que aún anden vivitos y coleando. Esto, editado de tal manera que Ernesto Carrión se apunta como suya la cruel verdad: la poesía anda por allí botada, sí por camilo destruge, por el estero, por las lomas de urdesa o la trinitaria, pero nadie parece darse cuenta; así como en guayaquil poco sabemos de quito, estos de cuenca, y ni se diga loja, una centinela incomunicada. Entonces, llega el punto central, el relevante, el canon poético que se imparte en las universidades y sitios académicos*. Ya caduco, pues si a duras penas quedan como “divos” Carrera Andrade, Gonzalo Escudero y a las cansadas Gangotena (todos ellos no por falta de calidad obviamente, sino por prácticamente nula difusión), aún faltan nombres como el de Paco Tobar, anarquista de peso y voz sin temor ni favor, según dieron a entender con nostalgia, Mussó y Ángel Emilio Hidalgo, quienes compartieron con él las Misas del Ateo, allá por los años noventa cercanos al Estero Salado, cuando regresó de su loco viaje por Europa. El documental tiene más aristas por seguir, pero me detengo aquí, para pasar al panel de la Urna Norte, que contó con la intervención de Rodrigo Pesántez Rodas, intelectual y amigo de Tobar, del que resaltó tanto su ánimo exuberante como su palabra mordaz y nutritiva para la lengua ecuatoriana, colocándolo en el reclamado canon y además sugirió a los poetas que también luchen por añadir a Leopoldo Benites, como otro referente de las letras nacionales. Entre las anécdotas de Tobar, se dijo que renegaba del mito de bebedor impenitente que dizque era (en ese instante se me vino a la memoria jim morrison y oliver stone), y para ejemplificar su facilidad de ser chispa hasta en las conversaciones más cotidianas, decía cosas como ‹‹antes practicaba tiro al blanco, y ahora me tiro a la negra›› mientras él miraba con ojos gozosos a su esposa Elena, de raza negra, y quien tras la muerte del escritor se radicó en Quito. Mussó pidió a la treintena de asistentes que hagan preguntas sin arremolinarse, pero no hubo muchas inquietudes, Egüez se había llevado a la masa. Luego del evento, me dirigí a los stands del BCE y la Casa de la Cultura núcleo del Guayas, a ver si las recomendaciones de los panelistas para adquirir Ebrio de Eternidad y Luz Labrada, surtieron efecto, y debo testificar que sí, que hubo oyentes (que al parecer no eran amigos de los panelistas) que de inmediato fueron a buscar a Tobar y adquirir su palabra, lo cual pese al escaso público, significa una victoria inicial. Sería bueno saber qué harán los motivados al respecto (sobre reformar el citado canon). Por mi parte, ya en las primeras páginas de La admirable autobiografía de la Tía Eduviges, novelado personaje alter ego de Tobar, que conseguí en El Conejo, se puede corroborar ese deslenguamiento sin miramiento que practicó en vida. Ni bien voy por la página dieciecho y ya hay palo para algunos escritores de las épocas ecuatorianas y de la sociedad de fines de siglo siglo xix y aún falta todo el siglo xx, que me tocará apreciar con la mirada bizca, sesuda, de la tía eduviges, cruda y desconfiada como ella sola.
* (sobre el canon poético ecuatoriano hay una opinión extensa en el blog de xavier oquendo, salvados del naufragio).
box: EL SECOND ES QUIEN LLEVA EL BALDE, TAMBIÉN VA EN EL BALDE, ¿QUIÉN VA EN BALDE? ¿DÓNDE ES LA PELEA? psst... ¿en serio?
El segundo día de la creación las aguas fueron separadas, tiempo después, el segundo día de la Expolibro cayó sábado, y mi sentido de la reivindicación, me condujo hacia el recinto ferial literario, allá muy cerca del río Guayas.
Hubo más gente y ya avisado de lo que encontraría, pude mejorar mi visión y conseguir uno que otro descuento que me pasaron desapercibidos el día inaugural, especialmente en Paradiso. Los dependientes, en general, también se mostraron más comunicativos, hay que comprender sus cansancios, para qué amargarse. Total, aun con la resignación de notar que no hallaré aquí Zama de Di Benedetto, sí pude embelesarme con un curiosamente poético libro de divulgación científica juvenil: Las Matemáticas, una de las Bellas Artes (sigloXXI editores), encontrada en el stand de Trama; asimismo en Edidab me entretuve algún tiempo, tanto que se me pasó asistir a la lectura de poemas de los exponentes de la Casa de Cultura, con la asistencia de Cazón Vera, entre otros. Sí pude, sin embargo, ya cerrado el acceso al recinto, quedarme a presenciar el perfomance poético y musical del grupo Buseta de Papel. Todos ellos, excepto el colorido dj Andrés León, vestidos en tonos grises y negros, y con semblantes un tanto más serios que otras veces en que he visto sus aportes culturales. En esa tónica, su portavoz, de rojo y negro, Solange Rodríguez, empezó apuntando alegóricamente como el “bus” cultural que ellos manejan ha soportado intentos de quebraduras de vidrios y del espíritu, entre otras contrariedades, que casi detienen su marcha, y mientras lo decía, yo recordaba aquellos días cuando los choferes querían subir los pasajes y los estudiantes les quemaban los buses. Creo que no es para tanto, y al final de cuentas, las heridas sufridas son siempre un buen equipaje para armar obras literarias. El meollo del evento era el perfomance, pero ellos prefirieron empezar con lecturas breves de cada uno de los integrantes, si no estoy equivocado una docena, lo cual llevaría su tiempo. Y es que escuchar o escribir poesía no es lo mismo que leerla. Textos más transgresores, con imágenes sexuales, como los de Luis Bravo y Jorge Osinaga, ante la brevedad y lectura no tan convencida, se quedaron cortos para la idea que intentan desarrollar. Un espectador, sentado cerca de mí, dijo: ‹‹parece que cuentan cachos››. Tomado el comentario sin malicia, es un estilo por trabajar. Por su parte, Augusto Rodríguez, Tyron Maridueña y Carolina Patiño eligieron textos más probados; mientras que la joven dragón Solange, que además es la más teórica del Grupo, mostró fuego y la coherencia acostumbrada, en su poema sobre las malas personas que solidifican el ambiente. Mención especial para el ensamblaje de lenguaje que mostró Andrés León, quizá, a mi gusto, se excedió en unos tres versos, pero esa es solo mi percepción. No le conocía otros textos y sin duda despertó curiosidad, pues manejó con soltura los ritmos. Entonces sí, a lo que fuimos, el performance. Las luces no ayudaron, pues el brillo excesivo opacaba la nitidez de la pantalla donde se proyectó el poema colectivo audiovisual, no sé de quién dependerá que las proyecciones salgan como se debe, pero debo achacarlo a la organización. Con apagar unas luces se solucionaba todo, nadie iba a gritar mucho. Pero el que sí se ayudó en sí fue el poema colectivo, desde la declaración del poema inicial de estar en pedazos, los loops añadidos (creo que así se llaman), el ambiente electrónico en el sonido dieron una buena sensación a este sencillo ejercicio, como dejando claro que han repasado los libros sobre las etapas de la vanguardia en el arte. Sin ningún exceso de figuración algunos textos de sus integrantes cruzaban por la pantalla, donde los más climáticos fueron las enumeraciones políticas de Miguel Antonio Chávez, y el entresijo de los hombres y mujeres pequeños (bre-mu-hom-jer), de Luis Bravo. Lo cual no quiere decir que el resto de textos del audiovisual desentonaron. Al igual que aquel documental bien logrado de La Casa de las Iguanas (al que se le imputa un ataque a la Buseta, y que volverá a exhibirse en unos días), es digno de repetirse para apreciarlo y juzgar mejor. Y así, tras un cambio de luces semáforo, se acabó el viaje colectivo en la pantalla. Quiéranlos o no, allí anda la Buseta.
El segundo día de la creación las aguas fueron separadas, tiempo después, el segundo día de la Expolibro cayó sábado, y mi sentido de la reivindicación, me condujo hacia el recinto ferial literario, allá muy cerca del río Guayas.
Hubo más gente y ya avisado de lo que encontraría, pude mejorar mi visión y conseguir uno que otro descuento que me pasaron desapercibidos el día inaugural, especialmente en Paradiso. Los dependientes, en general, también se mostraron más comunicativos, hay que comprender sus cansancios, para qué amargarse. Total, aun con la resignación de notar que no hallaré aquí Zama de Di Benedetto, sí pude embelesarme con un curiosamente poético libro de divulgación científica juvenil: Las Matemáticas, una de las Bellas Artes (sigloXXI editores), encontrada en el stand de Trama; asimismo en Edidab me entretuve algún tiempo, tanto que se me pasó asistir a la lectura de poemas de los exponentes de la Casa de Cultura, con la asistencia de Cazón Vera, entre otros. Sí pude, sin embargo, ya cerrado el acceso al recinto, quedarme a presenciar el perfomance poético y musical del grupo Buseta de Papel. Todos ellos, excepto el colorido dj Andrés León, vestidos en tonos grises y negros, y con semblantes un tanto más serios que otras veces en que he visto sus aportes culturales. En esa tónica, su portavoz, de rojo y negro, Solange Rodríguez, empezó apuntando alegóricamente como el “bus” cultural que ellos manejan ha soportado intentos de quebraduras de vidrios y del espíritu, entre otras contrariedades, que casi detienen su marcha, y mientras lo decía, yo recordaba aquellos días cuando los choferes querían subir los pasajes y los estudiantes les quemaban los buses. Creo que no es para tanto, y al final de cuentas, las heridas sufridas son siempre un buen equipaje para armar obras literarias. El meollo del evento era el perfomance, pero ellos prefirieron empezar con lecturas breves de cada uno de los integrantes, si no estoy equivocado una docena, lo cual llevaría su tiempo. Y es que escuchar o escribir poesía no es lo mismo que leerla. Textos más transgresores, con imágenes sexuales, como los de Luis Bravo y Jorge Osinaga, ante la brevedad y lectura no tan convencida, se quedaron cortos para la idea que intentan desarrollar. Un espectador, sentado cerca de mí, dijo: ‹‹parece que cuentan cachos››. Tomado el comentario sin malicia, es un estilo por trabajar. Por su parte, Augusto Rodríguez, Tyron Maridueña y Carolina Patiño eligieron textos más probados; mientras que la joven dragón Solange, que además es la más teórica del Grupo, mostró fuego y la coherencia acostumbrada, en su poema sobre las malas personas que solidifican el ambiente. Mención especial para el ensamblaje de lenguaje que mostró Andrés León, quizá, a mi gusto, se excedió en unos tres versos, pero esa es solo mi percepción. No le conocía otros textos y sin duda despertó curiosidad, pues manejó con soltura los ritmos. Entonces sí, a lo que fuimos, el performance. Las luces no ayudaron, pues el brillo excesivo opacaba la nitidez de la pantalla donde se proyectó el poema colectivo audiovisual, no sé de quién dependerá que las proyecciones salgan como se debe, pero debo achacarlo a la organización. Con apagar unas luces se solucionaba todo, nadie iba a gritar mucho. Pero el que sí se ayudó en sí fue el poema colectivo, desde la declaración del poema inicial de estar en pedazos, los loops añadidos (creo que así se llaman), el ambiente electrónico en el sonido dieron una buena sensación a este sencillo ejercicio, como dejando claro que han repasado los libros sobre las etapas de la vanguardia en el arte. Sin ningún exceso de figuración algunos textos de sus integrantes cruzaban por la pantalla, donde los más climáticos fueron las enumeraciones políticas de Miguel Antonio Chávez, y el entresijo de los hombres y mujeres pequeños (bre-mu-hom-jer), de Luis Bravo. Lo cual no quiere decir que el resto de textos del audiovisual desentonaron. Al igual que aquel documental bien logrado de La Casa de las Iguanas (al que se le imputa un ataque a la Buseta, y que volverá a exhibirse en unos días), es digno de repetirse para apreciarlo y juzgar mejor. Y así, tras un cambio de luces semáforo, se acabó el viaje colectivo en la pantalla. Quiéranlos o no, allí anda la Buseta.
Thursday, July 13, 2006
Holap. Había una banda de rock que no existía; tenía hasta su propio documental. ¿Puede un escritor que no es escritor, garabatear sus no textos, igual textos, en la red? De poder puede, si no qué chingos hago aquí, pero... ¿acaso debe? Qué... a pagar la renta... ¿pase ud. después de ud.? No, gracias. Ya veremos qué sucede, y después de todo, mucho no importo (entonces toca exportar).
Bienvenidos, siéntanse en casa, pero permítanme echarlos cuando quiera descansar. Esto tratará de ser sobre literatura, y mientras me acostumbro a estas herramientas que el siglo, que ya cambió -por si no se fijaron-, me ha dado, los dejo con un poema de ese gran danés que es Klaus Rifbjerg; se llama Cambio de Siglo (Terrains Vagues, 1998 -Baldíos-), y es más o menos como las reglas de mi casa (las casas virtuales también tienen periodos). Pero... heyyyy, chévere que estén aquí ;). Ya habrá chance para discutir.
Mientras los editorialistas
trazan las grandes líneas
y los adivinos disfrutan de suculentos días
el siglo se acerca a su fin.
Cada uno tiene lo suyo que añadir
y mientras los estadísticos sobrepujan
a los astrólogos intentan los historiadores
sin gran éxito mantener el equilibrio.
Había como es sabido un poco de todo
en la bolsa la mayor parte era basura y
porquerías pero también cosas hermosas
como un rayo de sol en el mar.
Yo veo la esperanza en lo
evanescente
las lanudas imágenes desenfocadas
donde pequeños triunfos rompen grandes derrotas
donde la visión de una cuesta
que uno subió es sustituida
por otra por la que bajó
y el ruiseñor cantó en algún lugar entre los arbustos
o la alondra que inesperadamente valerosa
se levantó de un campo embarrado
en febrero y aniquiló
la idea de un invierno eterno.
Yo no soy un adivino
sólo un recordador
y ese papel me va muy bien
porque me proporciona entrada
a todo lo dicho con toda
modestia sí incluso a las superficies
donde no crece nada y a los territorios
donde no ocurre nada
y todo florece con doble riqueza
en el instante de la fantasía
que nosotros compartimos
y que es completamente gratis.